Dijo Cicerón que “no saber lo que ha sucedido antes de
nosotros es como ser incesantemente niños” y no deja de faltarle razón,
muchos son los historiadores que ávidos de amor propio hacia esta ciencia han
vertido ríos de tinta sobre la importancia de la historia y del estudio del
pasado para la sociedad, hasta el punto de llegar a decir que la historia es el
arma más poderosa que la química del intelecto humano haya creado jamás. Tal es
el ejemplo de cómo las constantes reformas educativas tratan al estudio del
pasado acabando totalmente con la tendencia a la objetividad pretendida por los
historiadores.
Lo mismo ocurre con la
investigación, si antes cuando los proyectos estaban subvencionados dependían
de la aprobación de sus respectivos organismos competentes según su viabilidad,
ahora nada de nada, se acabaron las subvenciones. Los recortes en investigación
han sido igual para todos pero no han tenido las mismas consecuencias dada la
mayor o menor importancia, que no mayor o menor dignidad, de diferentes
proyectos. Que no se subvencione la investigación ha llevado desgraciadamente a
que cesen diferentes proyectos o a que se busquen alternativas en ocasiones
maquilladas bajo el humilde apelativo al crowdfunding.
La Arqueología se ha
visto particularmente afectada por este cese de subvenciones, si previamente no
contaba con la consideración que se merecía y además se veía distorsionada por tópicos
estrafalarios e impensables para su estado de investigación actual ahora ha
quedado relegada casi al abandono. Sus proyectos se sostenían por subvenciones
y ahora que faltan tiran de “autofinanciación voluntaria”, refiriéndome con
ello a la financiación de los propios voluntarios que participan en esos
proyectos, pagar para excavar.
Si antes ya teníamos
prácticamente que mendigar plaza en una excavación o prostituirnos, currículum
en mano, a ver quién nos cogía para excavar ahora nos piden pagar para que
participemos en esa excavación y trabajemos, con las duras condiciones de
trabajo de esta profesión digan lo que digan. Ya no se trata de pagar un seguro
de trabajo, sino pagar una parte del presupuesto de la financiación del
proyecto, es decir, pagar una cantidad elevada que no busca cubrir la
manutención del voluntario sino los costes de la excavación y del proyecto,
llegando a pedir cifras disparatadas y prácticamente impensables para unos
voluntarios que mayoritariamente somos estudiantes manumitidos por papá y mamá
o por la caridad del Estado.
Los arqueólogos somos
una especialidad universitaria que no cobramos por ejercer una labor muy
cualificada y preparada académicamente y ahora nos piden pagar por ello cuando
no tenemos más que una voluntad de hierro para trabajar en verano de sol a sol
cuerpo a tierra y respirando polvo para desenterrar con toda la ilusión y
esperanza posible restos materiales de nuestro pasado, así nos den horas y
horas para sacar cualquier simple pieza que acabe en un expositor de museo o en
un almacén.
Los arqueólogos
ejercemos una profesión tan digna y merecedora de reconocimiento como cualquier
otra mientras nos vemos obligados a luchar contra una imagen mitificada de
nosotros. No somos Indiana Jones ni queremos serlo, no somos albañiles ni
tampoco paralizadores de obras y no somos destructores del patrimonio. Somos
científicos e investigadores, arquitectos y reconstructores de un pasado que
acercamos al presente reconstruyéndolo a través de las evidencias que
excavamos, analizamos, estudiamos y protegemos.
Los arqueólogos
merecemos un respeto, ya no por nuestros logros sino por nuestro esfuerzo. Por
ello consideramos un insulto y un maltrato que nos hagan pagar por desempeñar
una labor para la que nos hemos preparado durante años sin pedir prácticamente
nada a cambio, sólo un simple reconocimiento.
Detrás de cada pieza de
museo, de cada yacimiento arqueológico excavado, en excavación o por excavar y
de reconstrucciones sobre el papel o sobre el terreno de restos materiales y/o
monumentales del pasado hay muchísimas horas de trabajo y mucho esfuerzo
volcado por parte de personas que en la gran mayoría de las ocasiones quedan en
el anonimato.
Los arqueólogos y
estudiantes de arqueología de toda España estamos ya cansados de tantos abusos
y malos tratos hacia nuestra profesión y estamos movilizándonos para dignificar
nuestra vocación y situación laboral. Se ha creado en las redes sociales la
Plataforma por una Arqueología Digna (PAD) para comenzar a trabajar por nuestro
futuro y por el reconocimiento a nuestra labor y a nuestro esfuerzo.
Veo que eres seguidor o no de Emilio Jiménez Díaz, un individuo que se dice flamencólogo y que tiene un blog en el que ha publicado un artículo sobre Cataluña y los catalanes que me gustaría que leyeras con detenimiento. Enlace:
ResponderEliminarhttp://desdemitorrecobalto.blogspot.com.es/2013/09/desde-mi-torre-barcelona-barcelona.html#comment-form
Si te abochorna igual que a mí que en público se utilicen expresiones como tontos y gilipollas, puñaladas traperas, tiros por la espalda, y otras lindezas dirigidas a los catalanes que no pìensan como él, pues eso, que si te abochorna hagas lo que te parezca. En mi blog vas a tener lectura más provechosa. Saludos cordiales del biógrafo de Bambino, que soy yo.