jueves, 13 de junio de 2013

¿PAGAR POR EXCAVAR? DE VOLUNTARIOS A ESTAFADOS.


Dijo Cicerón que “no saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños” y no deja de faltarle razón, muchos son los historiadores que ávidos de amor propio hacia esta ciencia han vertido ríos de tinta sobre la importancia de la historia y del estudio del pasado para la sociedad, hasta el punto de llegar a decir que la historia es el arma más poderosa que la química del intelecto humano haya creado jamás. Tal es el ejemplo de cómo las constantes reformas educativas tratan al estudio del pasado acabando totalmente con la tendencia a la objetividad pretendida por los historiadores.
Lo mismo ocurre con la investigación, si antes cuando los proyectos estaban subvencionados dependían de la aprobación de sus respectivos organismos competentes según su viabilidad, ahora nada de nada, se acabaron las subvenciones. Los recortes en investigación han sido igual para todos pero no han tenido las mismas consecuencias dada la mayor o menor importancia, que no mayor o menor dignidad, de diferentes proyectos. Que no se subvencione la investigación ha llevado desgraciadamente a que cesen diferentes proyectos o a que se busquen alternativas en ocasiones maquilladas bajo el humilde apelativo al crowdfunding.
La Arqueología se ha visto particularmente afectada por este cese de subvenciones, si previamente no contaba con la consideración que se merecía y además se veía distorsionada por tópicos estrafalarios e impensables para su estado de investigación actual ahora ha quedado relegada casi al abandono. Sus proyectos se sostenían por subvenciones y ahora que faltan tiran de “autofinanciación voluntaria”, refiriéndome con ello a la financiación de los propios voluntarios que participan en esos proyectos, pagar para excavar.
Si antes ya teníamos prácticamente que mendigar plaza en una excavación o prostituirnos, currículum en mano, a ver quién nos cogía para excavar ahora nos piden pagar para que participemos en esa excavación y trabajemos, con las duras condiciones de trabajo de esta profesión digan lo que digan. Ya no se trata de pagar un seguro de trabajo, sino pagar una parte del presupuesto de la financiación del proyecto, es decir, pagar una cantidad elevada que no busca cubrir la manutención del voluntario sino los costes de la excavación y del proyecto, llegando a pedir cifras disparatadas y prácticamente impensables para unos voluntarios que mayoritariamente somos estudiantes manumitidos por papá y mamá o por la caridad del Estado.
Los arqueólogos somos una especialidad universitaria que no cobramos por ejercer una labor muy cualificada y preparada académicamente y ahora nos piden pagar por ello cuando no tenemos más que una voluntad de hierro para trabajar en verano de sol a sol cuerpo a tierra y respirando polvo para desenterrar con toda la ilusión y esperanza posible restos materiales de nuestro pasado, así nos den horas y horas para sacar cualquier simple pieza que acabe en un expositor de museo o en un almacén.
Los arqueólogos ejercemos una profesión tan digna y merecedora de reconocimiento como cualquier otra mientras nos vemos obligados a luchar contra una imagen mitificada de nosotros. No somos Indiana Jones ni queremos serlo, no somos albañiles ni tampoco paralizadores de obras y no somos destructores del patrimonio. Somos científicos e investigadores, arquitectos y reconstructores de un pasado que acercamos al presente reconstruyéndolo a través de las evidencias que excavamos, analizamos, estudiamos y protegemos.
Los arqueólogos merecemos un respeto, ya no por nuestros logros sino por nuestro esfuerzo. Por ello consideramos un insulto y un maltrato que nos hagan pagar por desempeñar una labor para la que nos hemos preparado durante años sin pedir prácticamente nada a cambio, sólo un simple reconocimiento.
Detrás de cada pieza de museo, de cada yacimiento arqueológico excavado, en excavación o por excavar y de reconstrucciones sobre el papel o sobre el terreno de restos materiales y/o monumentales del pasado hay muchísimas horas de trabajo y mucho esfuerzo volcado por parte de personas que en la gran mayoría de las ocasiones quedan en el anonimato.

Los arqueólogos y estudiantes de arqueología de toda España estamos ya cansados de tantos abusos y malos tratos hacia nuestra profesión y estamos movilizándonos para dignificar nuestra vocación y situación laboral. Se ha creado en las redes sociales la Plataforma por una Arqueología Digna (PAD) para comenzar a trabajar por nuestro futuro y por el reconocimiento a nuestra labor y a nuestro esfuerzo.