Cuando miramos al pasado vemos todo un mundo diferente y lejano, un mundo ajeno y extraño al nuestro actual. No hay noción de distancia histórica, no hay sentido de universalidad ni objetividad, en otras palabras, no hay contextualización.
La Historia es cercana, es como el libro de la vida escrito con tinta imborrable, es un edificio siempre en construcción donde cada planta es igual de importante que el resto: pasado, presente y futuro se unen e interaccionan. El ser humano ha llegado a ser lo que es por lo que fue antes, así será siempre por los siglos de los siglos y construirá su futuro con los logros del pasado y del presente en el que vive.
Distintas situaciones, distintos procesos, distintas historias que se suceden y llegan a nosotros. El pasado nos es cercano, la Tierra tiene 4600 millones de años de vida y la especie humana, el Homo Sapiens Sapiens, apenas ni un cuarto de millón de años. Nuestra historia es la pequeña parte de un largo período de vida y más aún de existencia de nuestro planeta.
Historia es aquella palabra abstracta en cuyo significado nos englobamos todos los que hemos sido y todos los que serán. Mirando al pasado observamos una realidad distinta a la nuestra pero sin embargo gracias a la cual hemos llegado a ser lo que somos. Los hechos y situaciones del pasado nos hacen aprender y seguir adelante en el camino de la vida, no de la del ser humano, sino de la vida de nuestro planeta. El camino es arduo pero seguimos caminando por estrechos senderos y montañas, por autovías y rutas aéreas, por mar y por ríos.
Amo el pasado, amo la vida y amo el cambio, amo a la Historia, una palabra grande y llena de significado, un concepto que lleva tras de sí millones y millones de años. Somos lo que somos gracias a lo que hemos sido, siempre habrá alguien que se levante cuando caigamos y siga nuestro camino, el camino por el tiempo que recorre toda la humanidad.